Hay dos motivos principales
por los que se mide satisfacción del cliente: para encontrar oportunidades de
mejora en el servicio y para evaluar a los colaboradores.
¿Cómo evalúa el cliente tu
servicio?
- La importancia de saber mirar y escuchar
- Heridas profundas en la calidad de servicio al cliente
- Servicio al cliente: cómo mejorarlo
¿Qué buscamos al medir la
satisfacción del cliente?
Las organizaciones que miden
la satisfacción de sus clientes buscan alguno de estos dos objetivos (o ambos):
- Encontrar oportunidades para mejorar el servicio
- Evaluar a sus colaboradores y motivarlos a satisfacer al cliente.
Y aquí surgen algunas
preguntas: ¿cuál es el más importante? ¿Se puede apuntar a ambos a la vez? ¿Qué
cuidados debemos tener en ese caso?
La primera respuesta es
difícil de responder. En caso de que sólo tengamos que elegir uno solo de estos
objetivos, ¿cuál sería?
El primero, encontrar
oportunidades de mejora, nos conduciría a aprender de la experiencia con
nuestros clientes, lo cual es siempre positivo. El problema es que podríamos
hacerlo sin involucrar a la gente que está prestando el servicio. Es decir,
podríamos analizar las respuestas de nuestros clientes dentro de una oficina,
como especialistas, y tomar medidas de cambios que resuelvan las principales
falencias que ellos nos han mencionado. Podríamos hacerlo así, y nuestros
colaboradores sólo acatarían las medidas que un especialista ha sugerido.
El segundo objetivo tiene la
ventaja de involucrar en primer lugar a los colaboradores que están prestando
el servicio, que están haciendo realidad esa satisfacción del cliente. Les
estamos diciendo: "la satisfacción de los clientes depende de
ustedes", y los alentamos a que hagan su máximo esfuerzo, porque los
evaluaremos, e incentivaremos, en función de esta variable.
Personalmente estoy de
acuerdo en vincular los incentivos al personal con la satisfacción del cliente,
pero hay que tener mucho cuidado aquí. ¿Por qué?
Porque la satisfacción del
cliente es el resultado de una cadena de valor que termina en un contacto con
él. No podemos aislar a un solo eslabón en nuestra evaluación. Te voy a dar un
ejemplo.
Hace un par de días me
llamaron para conocer mi nivel de satisfacción con el servicio técnico que he
realizado a mi vehículo. La señorita en el teléfono me preguntó si me habían
atendido bien, y si estaba satisfecha con el servicio. Son dos cosas muy
diferentes. El empleado me atendió muy bien, pero no he quedado completamente
satisfecha con el servicio.
El problema ha sido que, en
el servicio técnico previsto para mi vehículo, no está incluido un ítem que el
representante que me ha atendido nos sugirió enfáticamente que lo
solicitáramos, ya que en el modelo de mi vehículo, según nos ha dicho, no hacer
ese servicio cada 10.000 kilómetros nos traerá graves problemas después.
Si es altamente recomendable
hacerlo, para no afectar el funcionamiento del vehículo, ¿cómo no está incluido
en el servicio periódico?
Es decir, la causa de mi
insatisfacción está en el diseño del servicio (en el cual no tienen
responsabilidad alguna de las personas del taller), y no en la prestación, que
sí está bajo su responsabilidad y control.
Entonces, en un caso así,
evaluar al personal que ha prestado el servicio en función de la satisfacción
del cliente, es injusto.
¿Son compatibles los dos
objetivos de medir la satisfacción del cliente?
Yo considero que sí. Es más,
lo mejor es apuntar a ambos, pero con ciertas precauciones.
En algunos casos, las
preguntas de las encuestas separan claramente la evaluación de la atención
recibida del nivel general de satisfacción. Esto permite evaluar el desempeño
del personal frente al cliente, independientemente otras equivocaciones que
pueda tener el servicio, ajenas a su responsabilidad.
De todos modos, hay que ser
precavidos. Muchas veces los clientes no pueden separar en su juicio estos dos
aspectos. Si alguien ha quedado muy insatisfecho con un servicio, difícilmente
pueda evaluar algún aspecto de manera positiva. El estado emocional que provoca
la insatisfacción es capaz de anular cualquier juicio positivo, aunque fuera
merecido.
Por otro lado, también
resulta más justo y útil evaluar a equipos de atención, y no a personas en
forma aislada. Al final de cuentas, es el esfuerzo del equipo el que consigue
la ansiada satisfacción del cliente. Personalmente me gustan los incentivos
grupales, porque alientan a la colaboración entre pares en pos de un único
objetivo.
Para finalizar, diría que lo
más importante es plantearse claramente el objetivo de medir en la encuesta de
satisfacción antes de diseñar el método para hacerlo. Las encuestas de satisfacción,
o cualquier otro método que se utilice, son herramientas al servicio de
nuestros objetivos.
Para elegir la herramienta
correcta para realizar la encuesta de satisfacción, debemos saber cuál es el
resultado que queremos obtener. Caso contrario, corremos el riesgo de caer en
estos errores que nos llevan a un puerto al que no queremos llegar.
¿Tienes en claro cuál es el
objetivo que persigues al medir a través de una encuesta la satisfacción de tus
clientes?
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