Seguramente
en tu trabajo hay un eterno ocupado: esa persona con tantos pendientes que no
tiene tiempo ni de respirar, que se queja todos los días de estar “hasta el
cuello de trabajo” y, por supuesto, no pierde oportunidad de publicarlo en
redes sociales (porque para eso siempre hay tiempo, ¿o no?).
Las
personas ocupadas suelen jactarse de ser muy trabajadoras. Pero esto no
necesariamente es una cualidad, y es que estar ocupado no es sinónimo de ser
productivo. Las personas productivas no se centran en las horas de trabajo,
sino en los resultados: entregan su trabajo en tiempo y forma y superan las
expectativas.
¿Cómo
saber si eres una persona ocupada o una productiva? Sigue leyendo para
descubrirlo.
Las
personas productivas…
Saben
priorizar tareas. Las personas ocupadas quieren hacerlo todo a la vez, pues
quieren quedar bien con todo el mundo: contestan llamadas y correos, dedican
horas a sacar “bomberazos” y dejan lo más importante para el final. Por eso
siempre están corriendo. En cambio, las personas productivas planean su día
desde temprano y comienzan por resolver las tareas más importantes.
Hacen
lo verdaderamente importante. Las personas ocupadas no saben decir “no” ni son
organizadas; por eso, su día se pasa en resolver tareas pequeñas, ésas que poco
tienen que ver con los objetivos generales de la empresa. Por otro lado, las
personas productivas enfocan su atención en formular ideas innovadoras y hacer
lo necesario para convertirlas en proyectos.
Se
enfocan en resultados. Las personas ocupadas centran toda su atención en los
procesos, suelen encontrar mil y un trabas para concretar una tarea. Por eso,
con frecuencia dejan los pendientes sin terminar. Las personas productivas
planean sus actividades con cuidado, establecen plazos y los cumplen. Dejan que
los resultados hablen por sí mismos.
Tienen
tiempo de todo. Curiosamente, las personas más productivas son tan organizadas
que siempre encuentran tiempo para todo: para terminar su trabajo a tiempo,
irse a casa, pasar tiempo con su familia, tener pasatiempos… Por el contrario,
las personas ocupadas no hacen más que quejarse de lo ocupadas que están.
Hacen
una cosa a la vez. Las personas ocupadas creen que ser multitaskes una virtud,
y por eso intentan hacer todo a la vez. Pero, al final del día, completan pocas
tareas y están plagadas de estrés. Las personas productivas saben que para ser
más eficientes es preciso hacer una sola cosa a la vez.
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Se
mantienen actualizadas. Las personas ocupadas están tan ocupadas que nunca
tienen tiempo de leer, tomar cursos o asistir a encuentros relacionados con su
profesión. Las personas productivas conocen la importancia de invertir tiempo
en mantenerse actualizadas, pues esto les permitirá hacer mejor su trabajo.
Planean
y actúan. Las personas productivas son ágiles a la hora de resolver problemas.
No se quejan de su mala suerte, desmenuzan los inconvenientes ni piensan en mil
pretextos para no hacer las cosas: analizan la situación, crean rápidamente un
plan de acción y lo llevan a cabo sin pensarlo demasiado. No ofrecen pretextos,
sino soluciones.
No
viven estresadas. ¿Recuerdas el conejo de Alicia? Las personas ocupadas son más
o menos así: siempre tienen prisa, y paradójicamente, pocas veces alcanzan sus
metas a tiempo. Suelen ser personas ansiosas, nerviosas, estresadas e
irritables. Las personas productivas no se estresan a la menor provocación,
pues no trabajan contra el reloj y saben mantener sus emociones bajo control.
Viven
el momento. Las personas productivas enfocan sus pensamientos en una sola cosa,
y eso es lo que están haciendo en ese momento. Si están con su familia, no
están pensando en el trabajo. Si están en el trabajo, no están pensando en la
hora de salida. Saben que cada cosa tiene su tiempo.
Siempre
están preparadas. Las personas productivas se anticipan a las situaciones, por
lo que rara vez éstas las agarran desprevenidas. Saben cómo reaccionar a cada
situación, y lo hacen de manera calmada y pensante.
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