miércoles, 9 de septiembre de 2015

Emociones que sabotean el éxito laboral

Enfado, depresión, y falta de empatía son sentimientos que pavimentan el camino al fracaso, por ello debemos contrarrestarlas nutriéndolas de inteligencia y volverlas emociones positivas, como el autocontrol, optimismo y empatía.

Sentimientos como el enfado, la depresión, la ansiedad y la falta de empatía o “alexitimia” actúan como profecías autocumplidas que conducen a quien las experimenta al fracaso. No sólo afectan la vida social de las personas, sino que merman su productividad laboral y acentúan su estancamiento en el escalafón jerárquico.

Las empresas también pagan un alto costo por este tipo de emociones. Un líder con baja inteligencia emocional puede llevar a la empresa a la quiebra. En la industria aeronáutica, por ejemplo, se estima que 80% de los accidentes aéreos se deben a errores humanos.
De esto nos habla Daniel Goleman en su libro “Inteligencia Emocional”, un clásico en materia de management y superación personal que no pierde vigencia. El concepto fue acuñado a principios del siglo XX, pero fue hasta 1995 con la aparición del psicólogo estadounidense cuando cobró importancia.

El mundo empresarial ha sacado provecho del aprendizaje emocional, el cual se ha vuelto una herramienta valiosa para comprender la productividad laboral de su personal, los requerimientos para el liderazgo y la prevención de desastres corporativos.

En su libro, Goleman subraya que el control de las emociones es la clave para el éxito personal y profesional. Incluso, la Inteligencia emocional es más importante que el coeficiente intelectual. Asegura que el intelecto representa apenas 20% de los factores determinantes de la superación en ambos campos.

LAS EMOCIONES EN EL CEREBRO

El diseño biológico del espectro emocional de los humanos se ha tomado 50,000 generaciones en constituirse. Las emociones han contribuido a nuestra sobrevivencia como especie, y cada una de ellas nos movilizan a la acción, de hecho, desde el plano semántico, el término emoción significa “movimiento hacia”.

Alrededor del tallo encefálico se configuró el sistema límbico, que aporta las emociones al repertorio de respuestas cerebrales. Nuestros ancestros pudieron ir adaptando esta respuesta a su entorno y con ello desarrollar la capacidad para identificar el peligro, temerlo y evitarlo. La evolución del sistema límbico estuvo aparejada por el desarrollo de la memoria y el aprendizaje.

En esta región también se encuentra la amígdala, que actúa como receptáculo de nuestros recuerdos emocionales. Sobre esta base cerebral fue formándose el neocórtex, que es la región cerebral que nos diferencia del resto de las especies. Su interacción con el sistema límbico permitió al humano ampliar su abanico de reacciones ante los estímulos emocionales.

En los humanos se solapan dos mentes distintas: la que piensa y la que siente. Ambas son independientes, pero se interrelacionan, de hecho el intelecto no puede funcionar adecuadamente sin la inteligencia emocional, y la complementación entre el sistema límbico y el neocórtex exige la participación armónica de ambas.

LAS EMOCIONES

Goleman asegura que la inteligencia emocional aporta el tipo de cualidades que más nos ayudan a convertirnos en verdaderos seres humanos, y constituyen la base para el desarrollo de otras habilidades asociadas al intelecto, como las decisiones racionales.

El escritor recomienda trabajar en tres tipos de habilidades que ayudan a contrarrestar las emociones negativas que boicotean nuestro desarrollo personal y profesional. Una de ellas es el autocontrol, es que gobernarse a sí mismo para controlar nuestros impulsos y pasiones. Esta habilidad se puede aprender y desarrollar especialmente desde la infancia.

Si la ansiedad es el predictor casi inequívoco del fracaso, la esperanza y el optimismo nutren a las personas de la voluntad de llevar a cabo sus objetivos, sin importar cuáles sean estos. Además, impiden caer en la apatía, la depresión y la desesperación ante las adversidades.

La ausencia de empatía o “alexitimia” por su parte, suele ser un rasgo distintivo de personas que llegan a cometer los delitos más execrables. Ésta se halla relacionada con la educación reciba en casa.


Los líderes actuales requieren de personas empáticas, y las empresas deben comenzar a trabajar en una cultura laboral más tolerante, que rechace cualquier forma de discriminación y acoso. La alfabetización emocional está a la mano y, así como la escuela suple las deficiencias de la educación doméstica, las empresas y los profesionales que deseen lograr el éxito deben tener consciencia de sus emociones y dotarlas de inteligencia.

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