Enfado,
depresión, y falta de empatía son sentimientos que pavimentan el camino al
fracaso, por ello debemos contrarrestarlas nutriéndolas de inteligencia y
volverlas emociones positivas, como el autocontrol, optimismo y empatía.
Sentimientos
como el enfado, la depresión, la ansiedad y la falta de empatía o “alexitimia”
actúan como profecías autocumplidas que conducen a quien las experimenta al
fracaso. No sólo afectan la vida social de las personas, sino que merman su
productividad laboral y acentúan su estancamiento en el escalafón jerárquico.
Las
empresas también pagan un alto costo por este tipo de emociones. Un líder con
baja inteligencia emocional puede llevar a la empresa a la quiebra. En la
industria aeronáutica, por ejemplo, se estima que 80% de los accidentes aéreos
se deben a errores humanos.
De
esto nos habla Daniel Goleman en su libro “Inteligencia Emocional”, un clásico
en materia de management y superación personal que no pierde vigencia. El
concepto fue acuñado a principios del siglo XX, pero fue hasta 1995 con la
aparición del psicólogo estadounidense cuando cobró importancia.
El
mundo empresarial ha sacado provecho del aprendizaje emocional, el cual se ha
vuelto una herramienta valiosa para comprender la productividad laboral de su
personal, los requerimientos para el liderazgo y la prevención de desastres
corporativos.
En
su libro, Goleman subraya que el control de las emociones es la clave para el
éxito personal y profesional. Incluso, la Inteligencia emocional es más
importante que el coeficiente intelectual. Asegura que el intelecto representa
apenas 20% de los factores determinantes de la superación en ambos campos.
LAS
EMOCIONES EN EL CEREBRO
El
diseño biológico del espectro emocional de los humanos se ha tomado 50,000
generaciones en constituirse. Las emociones han contribuido a nuestra
sobrevivencia como especie, y cada una de ellas nos movilizan a la acción, de
hecho, desde el plano semántico, el término emoción significa “movimiento
hacia”.
Alrededor
del tallo encefálico se configuró el sistema límbico, que aporta las emociones
al repertorio de respuestas cerebrales. Nuestros ancestros pudieron ir
adaptando esta respuesta a su entorno y con ello desarrollar la capacidad para
identificar el peligro, temerlo y evitarlo. La evolución del sistema límbico
estuvo aparejada por el desarrollo de la memoria y el aprendizaje.
En
esta región también se encuentra la amígdala, que actúa como receptáculo de
nuestros recuerdos emocionales. Sobre esta base cerebral fue formándose el
neocórtex, que es la región cerebral que nos diferencia del resto de las
especies. Su interacción con el sistema límbico permitió al humano ampliar su
abanico de reacciones ante los estímulos emocionales.
En
los humanos se solapan dos mentes distintas: la que piensa y la que siente.
Ambas son independientes, pero se interrelacionan, de hecho el intelecto no
puede funcionar adecuadamente sin la inteligencia emocional, y la
complementación entre el sistema límbico y el neocórtex exige la participación
armónica de ambas.
LAS
EMOCIONES
Goleman
asegura que la inteligencia emocional aporta el tipo de cualidades que más nos
ayudan a convertirnos en verdaderos seres humanos, y constituyen la base para
el desarrollo de otras habilidades asociadas al intelecto, como las decisiones
racionales.
El
escritor recomienda trabajar en tres tipos de habilidades que ayudan a
contrarrestar las emociones negativas que boicotean nuestro desarrollo personal
y profesional. Una de ellas es el autocontrol, es que gobernarse a sí mismo
para controlar nuestros impulsos y pasiones. Esta habilidad se puede aprender y
desarrollar especialmente desde la infancia.
Si
la ansiedad es el predictor casi inequívoco del fracaso, la esperanza y el
optimismo nutren a las personas de la voluntad de llevar a cabo sus objetivos,
sin importar cuáles sean estos. Además, impiden caer en la apatía, la depresión
y la desesperación ante las adversidades.
La
ausencia de empatía o “alexitimia” por su parte, suele ser un rasgo distintivo
de personas que llegan a cometer los delitos más execrables. Ésta se halla
relacionada con la educación reciba en casa.
Los
líderes actuales requieren de personas empáticas, y las empresas deben comenzar
a trabajar en una cultura laboral más tolerante, que rechace cualquier forma de
discriminación y acoso. La alfabetización emocional está a la mano y, así como
la escuela suple las deficiencias de la educación doméstica, las empresas y los
profesionales que deseen lograr el éxito deben tener consciencia de sus
emociones y dotarlas de inteligencia.
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