miércoles, 24 de febrero de 2016

¡El fracaso no existe…siempre que se aprenda de él!

Por ActionCOACH Andrés Zawadski | Costa Rica

¿Se ha puesto a pensar que por lo general nos acostumbran a estudiar casos de éxito? Esta metodología válida, nos ayuda a aprender lo que se hizo bien y cuál fue la diferencia o innovación que se utilizó para lograr el éxito.

Pero en la mayoría de las ocasiones, no hacemos consciencia de que aquellos que han triunfado, también han cometido errores. Esto nos lleva a una simple conclusión: tan importante es saber qué es lo que hay que hacer como ser consciente de lo que no.

Mucha gente no es consciente del poder de la negación, es decir, aquellos que tienen una actitud pesimista sobre lo que se emprende, acaban impregnando de esa negatividad al proyecto y a las personas involucradas, y por lo general esa iniciativa termina convirtiéndose en un esfuerzo estéril.

El miedo y los problemas son inevitables, pero si es capaz de afrontarlos y encontrar soluciones al final de cada camino, acabarán por convertirse en oportunidades.

Nuestra actitud frente a los problemas y obstáculos, pasa por ser la principal trampa que tenemos y, en muchas ocasiones, nos acaba encaminándonos hacia el fracaso.

Una de las limitaciones más comunes que nos establecemos es que sin dinero no se consigue nada. Si pensamos que la falta de recursos económicos es algo siempre negativo, es una simple falta de perspectiva, y no se están realizando los esfuerzos suficientes para buscar oportunidades que no necesariamente requieran de esos recursos, o bien buscar fuentes alternativas que permitan desarrollar el proyecto.

Otro de los obstáculos más comunes es la competencia; aquella que ya existe en el mercado o que nos podamos encontrar en el transcurso del proyecto, que a veces nos lleva a sentir la derrota antes siquiera de haber fracasado o de haber tomado las acciones para contrarrestar o fortalecer nuestra posición en el mercado.

En cualquier caso, ser conscientes de nuestras limitaciones es de gran utilidad si sabemos utilizarlas y nos sirven para convertir nuestras debilidades en fortalezas. El fracaso está solamente si las identificamos y no hacemos nada al respecto.

Por eso es importante impregnar nuestras acciones y nuestras relaciones de positividad, de buscar siempre nuevas y diferentes alternativas, de tomar nuevos riesgos que nos permitan tomar caminos distintos y por lo tanto esperar resultados diferentes, y de no detenernos ante la crítica, la burla, del “no se puede” o del “eso no va a funcionar”.

Para lograrlo, es importante es establecer una rutina y la motivación propia que nos transmita optimismo. Al conseguirlo, acabaremos indudablemente contagiando a nuestro entorno e invitará a las personas que nos rodean a colaborar en nuestros propios empeños.
Nunca debemos olvidar que sólo falla quien lo intenta y que el mayor de los fracasos es no haberlo intentado.


“Tus sueños deben convertirse en el propósito de todos los días. Las barreras que se interponen para alcanzar esos propósitos, son sólo una manera de aprender a hacerlo mejor.” 

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