Por
ActionCOACH Andrés Zawadski | Costa Rica
¿Se
ha puesto a pensar que por lo general nos acostumbran a estudiar casos de
éxito? Esta metodología válida, nos ayuda a aprender lo que se hizo bien y cuál
fue la diferencia o innovación que se utilizó para lograr el éxito.
Pero
en la mayoría de las ocasiones, no hacemos consciencia de que aquellos que han
triunfado, también han cometido errores. Esto nos lleva a una simple
conclusión: tan importante es saber qué es lo que hay que hacer como ser
consciente de lo que no.
Mucha
gente no es consciente del poder de la negación, es decir, aquellos que tienen
una actitud pesimista sobre lo que se emprende, acaban impregnando de esa
negatividad al proyecto y a las personas involucradas, y por lo general esa
iniciativa termina convirtiéndose en un esfuerzo estéril.
El
miedo y los problemas son inevitables, pero si es capaz de afrontarlos y
encontrar soluciones al final de cada camino, acabarán por convertirse en
oportunidades.
Nuestra
actitud frente a los problemas y obstáculos, pasa por ser la principal trampa
que tenemos y, en muchas ocasiones, nos acaba encaminándonos hacia el fracaso.
Una
de las limitaciones más comunes que nos establecemos es que sin dinero no se
consigue nada. Si pensamos que la falta de recursos económicos es algo siempre
negativo, es una simple falta de perspectiva, y no se están realizando los
esfuerzos suficientes para buscar oportunidades que no necesariamente requieran
de esos recursos, o bien buscar fuentes alternativas que permitan desarrollar
el proyecto.
Otro
de los obstáculos más comunes es la competencia; aquella que ya existe en el
mercado o que nos podamos encontrar en el transcurso del proyecto, que a veces
nos lleva a sentir la derrota antes siquiera de haber fracasado o de haber
tomado las acciones para contrarrestar o fortalecer nuestra posición en el
mercado.
En
cualquier caso, ser conscientes de nuestras limitaciones es de gran utilidad si
sabemos utilizarlas y nos sirven para convertir nuestras debilidades en
fortalezas. El fracaso está solamente si las identificamos y no hacemos nada al
respecto.
Por
eso es importante impregnar nuestras acciones y nuestras relaciones de
positividad, de buscar siempre nuevas y diferentes alternativas, de tomar
nuevos riesgos que nos permitan tomar caminos distintos y por lo tanto esperar
resultados diferentes, y de no detenernos ante la crítica, la burla, del “no se
puede” o del “eso no va a funcionar”.
Para
lograrlo, es importante es establecer una rutina y la motivación propia que nos
transmita optimismo. Al conseguirlo, acabaremos indudablemente contagiando a
nuestro entorno e invitará a las personas que nos rodean a colaborar en
nuestros propios empeños.
Nunca
debemos olvidar que sólo falla quien lo intenta y que el mayor de los fracasos
es no haberlo intentado.
“Tus
sueños deben convertirse en el propósito de todos los días. Las barreras que se
interponen para alcanzar esos propósitos, son sólo una manera de aprender a
hacerlo mejor.”
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