por
ActionCOACH Gustavo Vicencio
¿Cuántas
veces nos ha pasado que como dueños de negocios pensamos que NO tenemos el
mejor equipo para lograr nuestras metas? Que hay muchos conflictos y poca
colaboración entre áreas. ¿Por qué me habrá tocado un grupo así?
Sin
embargo, la pregunta obligada sería: Bueno ¿Y quién contrató a ese personal?
¿Quién ha permitido que los conflictos obstaculicen nuestros objetivos? Aquí no
hay vuelta de hoja. Los responsables de nuestros equipos somos nosotros mismos.
Es
por ello que, viviendo arriba de la línea, el primer paso es asumir que
nosotros somos los líderes de nuestra organización y como tales debemos poner
las reglas del juego para que todos puedan desarrollar su máximo potencial para
beneficio de todos.
Predicar
con el ejemplo es una máxima que se oye muy bien, que suena lógica, de sentido
común, pero que pocos la ponemos realmente en práctica.
Un
error en el que solemos caer muy a menudo es que cuando alguien de nuestro
equipo realiza una acción indebida, criticamos a la persona y no a la acción.
Así, comenzamos a etiquetar a nuestros colaboradores en lugar de juzgar a sus
acciones.
Me
explico. Si Juan nos cae bien y comete una falta, podemos tolerarlo, ya que
“Juan es buena persona”. Sin embargo cuando Pedro comete una falta similar, lo
tratamos muy diferente ya que “no esperaba otra cosa de Pedro”. Este tipo de
diferenciaciones comienzan a minar el ánimo del equipo y a poner a todos contra
todos.
En
la medida que aprendamos a calificar las acciones y actitudes en lugar de a las
personas, podremos ser más justos con nuestros colaboradores. Todos merecen
nuestro respeto y consideración. Lo que hay que calificar son sus acciones y
actitudes. Así la cancha estará pareja para todos y habrá más confianza en que
seré juzgado no por quien soy sino por lo que hago y cómo lo hago.
Si
Juan y Pedro cometen faltas similares habremos de tomar la misma actitud hacia
los dos, aunque uno me caiga bien y el otro no tanto. De igual manera, si ambos
colaboran de mil maravillas en beneficio del equipo, la recompensa deberá ser
similar para ambos, independientemente de la cercanía que tenga con uno o con
otro.
No
hay nada más gratificante para sus integrantes, que una organización donde las
reglas estén muy claras desde el principio; donde todos se sientan tratados por
igual; de que no hay ni “favoritos” ni “”tolerados”; de que las reglas sean
parejas para todos; de que todos son tratados con respeto, empezando por el
líder del equipo: TÚ.
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