Por Coach Martín Sánchez
ActionCOACH México Sureste
Un dueño de negocio me comentó que vive
muy presionado y agobiado por tantas actividades urgentes que llenan su agenda
a diario. Le pedí que pensara:
¿De dónde vienen esas actividades? ¿Cómo llegan
a tu agenda y a tu lista de cosas por hacer?
Ante su confusión inicie con la
siguiente explicación:
Para las personas
reactivas, estas actividades surgen a partir de:
1. Fechas vencidas, por ejemplo un
aviso de que te cancelarán un servicio si no lo pagas hoy mismo.
2. Fallas y descomposturas, por ejemplo
tener que llevar el coche al taller porque se quedó parado por falta de
servicio.
3. Reclamos y quejas de otras personas,
por ejemplo una llamada de un cliente a quien quedaste de entregar hace días
una información y te la pide molesto
para hoy.
4. Problemas que se pudieron haber
previsto, como tener que repetir trabajo por no respaldar la información de tu
computadora.
Tareas como estas no dejan mucha opción
de programación, se tienen que hacer hoy sin importar que tan conveniente y
oportuno sea.
Las agendas y las listas de cosas por
hacer de personas proactivas, surgen de planes, que hacen en base a sus ideas,
metas, inquietudes, y en base a peticiones que reciben de otras personas.
Para entender mejor algunas ideas
permíteme simplificar los conceptos “proactivo” y “reactivo”:
Una persona “reactiva” toma acción
hasta que su entorno lo hace actuar (reaccionar), mientras que una persona
proactiva dedica tiempo a pensar y planear de forma tal que puede anticiparse a
los sucesos.
En pocas palabras el reactivo reacciona
ante su entorno, mientras que el proactivo lo inventa.
Un cliente me decía, aun cuando planeo
cada mañana lo que voy a hacer durante el día, hay muchas tareas urgentes que
ya están ahí saturando mi día.
¿Qué hacen las personas proactivas para
tener mucho más control sin hacer tantas cosas?
Lo que sucede es que día a día surgen nuevas necesidades que debemos atender.
Pedidos de familiares, clientes, colaboradores, amigos, o situaciones que
surgen de manera inesperada.
Una práctica muy efectiva es llevar un registro o bitácora donde
escribimos los puntos principales de lo que sucede durante el día, y luego en un
ejercicio de planeación diaria nos ocupamos de que cada punto que escribimos en
este registro sea atendido, planeando y programando las actividades necesarias
para ocuparnos de ello.
Lo que escribimos en nuestro registro
son ideas, inquietudes, peticiones de otras personas, datos importantes para
nosotros, etc. Muchas personas reactivas no escriben nada pues no tienen
tiempo, y cuando escriben lo hacen en una servilleta o en una hoja suelta. Por
ejemplo, si una persona reactiva recibe una petición de ayuda de un cliente es
probable que no la atienda de inmediato ya que tendrá otras cosas urgentes que
hacer.
Esta petición del cliente será atendida
hasta que tenga suficiente urgencia como para competir con las demás
actividades urgentes de la agenda.
Una persona proactiva, al recibir la
petición de información de su cliente, tomará nota probablemente en su
organizador personal ó en una libreta que lleva siempre consigo para este fin.
Los proactivos escriben punto por punto en un solo lugar, todo lo importante
que sucede durante el día. La próxima vez que el proactivo sabrá de este pedido
es esa misma noche o temprano por la
mañana, al hacer su planeación diaria.
Las personas reactivas no dedican
tiempo a la planeación, tienen tanto trabajo y están tan agobiados que lo
consideran una pérdida de tiempo. Los proactivos en cambio planean diariamente,
y mientras más trabajo tienen más importancia dan a su planeación.
La planeación diaria no sólo consiste
en planear el día correspondiente, sino hacerse cargo de que todo lo que fue
escrito en el día anterior sea atendido. Esto significa definir qué es lo que
hay que hacer convirtiéndolo en citas y tareas que se programan en los
siguientes días, semanas ó meses. Esto permite considerar cuál es el momento
más oportuno para llevar acabo cada actividad, tomando en cuenta todo lo demás
que ya está planeado y programado.
Al hacer la planeación diaria, el día
correspondiente ya tiene asignadas tareas y citas que llegaron ahí días,
semanas ó meses antes y que están programadas para hacerse cargo de cosas
importantes que fueron planeadas con anticipación.
Planear es distinguir prioridades,
identificar cosas que pueden delegarse a otras personas, y cosas que por su
alto costo en tiempo y por su baja aportación a las metas es mejor simplemente
dejarlas de hacer. El proactivo valora mucho su tiempo, por lo que pone mucha
atención en definir qué debe hacer y que no debe hacer.
Si esto se hace consistentemente y de
manera diaria, uno contará con una agenda equilibrada y altamente productiva
durante todos los días de su vida, evitando los picos que se generan cerca de
las fechas de vencimiento, y eliminando gran cantidad de tareas y stress que se
generan al volverse urgente una actividad.
La razón por la que las personas reactivas están casi siempre
presionadas y agobiadas es porque dan prioridad a las actividades dependiendo
de su “urgencia”, es decir que su punto de
referencia es qué tan crítica es la tarea.
Una persona proactiva que planea diariamente, programa sus actividades
al día siguiente de su registro, por lo que las programa de acuerdo con su
prioridad y las lleva a cabo lo antes posible y en el momento más adecuado y oportuno.
Por ejemplo si hay una serie de actividades que requieren tu presencia en un lugar
fuera de tu oficina, puedes agruparlas para llevarlas a cabo en la misma
salida. Cuando tienes que hacer algo urgente para mañana, no puedes hacer este
tipo de distinciones.
Una tarea importante que no atiendes
hasta que se vuelve urgente, no se convierte en una tarea urgente sino en
muchas. Como ejemplo considera qué sucede cuando no llevas tu coche al
mantenimiento preventivo y se te descompone en el camino. Una tarea importante no realizada te genera muchas tareas urgentes
cuando el coche falla.
El principio de Pareto del 80-20 aplica
para la planeación perfectamente. Si te enfocas en lo importante y no en lo
urgente, trabajarás mucho menos y lograrás mucho mejores resultados y calidad
de vida.
Al planear hoy lo escrito el día de
ayer, utilizas todo tu futuro para hacer que las cosas ocurran, moviéndote
lejos de las fechas de vencimiento para cada actividad, y lejos de que se
vuelvan críticas y urgentes.
Tu tiempo es tu capital más valioso. Cómo lo utilizas es la clave
principal para obtener muchos mejores resultados en tus negocios, pero más
importante que esto es la tranquilidad, confiabilidad y paz que te dará el
mantener el control de tu vida.